Hace 24 años, un día como hoy, el fútbol europeo vivió el peor momento de su historia. La euforia propia de una final de la Champions se vio sepultada por una de las grandes tragedias del fútbol. Un estadio mal preparado para un gran evento sumado al movimiento hooligan en auge dio lugar a la conocida como tragedia de Heysel.
El 29 de mayo de 1985, la poderosa Juve de Platini y la Inglaterra de Ian Rush, los dos equipos más en forma del continente se jugaban la gloria europea. Un enfrentamiento entre el fútbol inglés y el italiano. Pero lo que debería haber sido la gran fiesta del fútbol se convirtió en una locura.
En un estadio pequeño y sin salidas en Heysel (Bélgica) se juntaron 60.000 espectadores de ambos conjuntos. Y una zona era de especial riesgo, el fondo en el que se anexionaban la sección X (con aficionados del Liverpool) y la sección Z (situada abajo y ocupada por los seguidores juventinos).
Un conjunto de vándalos (llamémoslos locos irresponsables sobrados de alcohol y faltos de cerebro) pertenecientes a la afición red comenzó a lanzar objetos hacia la grada blanquinegra. Eran las 19:00 y tan sólo faltaba una hora para ver la magia del fútbol. Ahí se desencadenó la avalancha, los italianos que observaban el partido de pie comenzaron a huir ante la amenaza de los objetos arrojados. La falta de salidas y la histeria colectiva hicieron el resto: 39 muertos y 600 heridos. 34 italianos, 2 belgas, 2 franceses y un británico.
La mala colocación de las vallas de seguridad provocó la gran presión de la masa humana que provocó muertes por asfixia y aplastamiento. La respuesta de la policía y de los servicios sanitarios fue lenta y la crispación del estadio fue cada vez mayor. La batalla campal y los llantos acompañaron al encuentro. Los antidisturbios se enfrentaron a la afición de la Juventus que impotente ante lo ocurrido optó por lo menos inteligente y comprensible: la violencia.
Otra historia fue el encuentro, que finalmente se disputó y se convirtió en la victoria más amarga de la historia de la Juventus. Ni siquiera la magia de Platini consiguió acallar la pena de Italia. Los medios de comunicación no podían creer lo ocurrido en la máxima competición europea. El gran Liverpool sólo pudo mostrar su verguenza, que también fue compartida por el club trasalpino.
Lo positivo fue denunciar el fenómeno hooligan y tomar conciencia de la violencia en el fútbol y sus consecuencias. Un día como hoy debemos recordar que el fútbol es sólo un deporte y no el altavoz de una panda de animales que lo utiliza como vehículo de amenazas, insultos, ideas políticas o violencia sin sentido. Hoy sólo podemos homenajear a las víctimas que querían ver la magia europea (como la del Barça), hoy sólo podemos recordar que el fútbol es fútbol y nada más.
En honor de:
Rocco Acerra
Bruno Balli
Alfons Bos
Giancarlo Bruschera
Andrea Casula
Giovanni Casula
Nino Cerullo
Willy Chielens
Giuseppina Conti
Dirk Daenecky
Dionisio Fabbro
Jacques François
Eugenio Gagliano
Francesco Galli
Giancarlo Gonnelli
Alberto Guarini
Giovacchino Landini
Roberto Lorentini
Barbara Lusci
Franco Martelli
Loris Messore
Gianni Mastrolaco
Sergio Bastino Mazzino
Luciano Rocco Papaluca
Luigi Pidone
Bento Pistolato
Patrick Radcliffe
Domenico Ragazzi
Antonio Ragnanese
Claude Robert
Mario Ronchi
Domenico Russo
Tarcisio Salvi
Gianfranco Sarto
Giuseppe Spalaore
Mario Spanu
Tarcisio Venturin
Jean Michel Walla
Claudio Zavaroni
Como bianconera agacho la cabeza por verguenza y por respeto, para que esto nunca ocurra en un estadio de fútbol, ya sea en África, Europa, Asia, America u Oceanía. Para que descansen en paz y miren con orgullo a los que les suceden.